Vivir en la memoria: una peculiar acusación

Vivir en la memoria: una peculiar acusación

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En 1801 Saltillo fue escenario de un polémico suceso que protagonizó José Gerónimo Cacho, quien denunció el robo de varios animales

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/ 19 noviembre 2024

En junio de 1801, un curioso caso sacudió las tierras del sur de Saltillo. José Gerónimo Cacho, apoderado del marqués de San Miguel de Aguayo, presentó una denuncia contra Andrés Gabrieles, un vaquero de la hacienda de Hedionda Grande, por el robo de varias bestias.

La persecución del supuesto ladrón se extendió por las comunidades aledañas, hasta que Gabrieles fue finalmente capturado y llevado ante la autoridad.

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Aunque al principio el vaquero negó todas las acusaciones, el demandante presentó pruebas contundentes: Gabrieles habría vendido los animales a Quinto Hernández, un trabajador de la hacienda del Potosí, en Galeana, Nuevo León.

Entre las bestias robadas se encontraba un toro “macho de edad”, una mula flaca de tres años y un elegante caballo que fue vendido por solo ocho pesos.

Durante el juicio se convocó a varios testigos. Uno de ellos, el propio Quinto Hernández, defendió su inocencia alegando que desconocía el origen ilegal de los animales que había comprado.

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Sin embargo, el testimonio que selló el destino del acusado fue el de Andrés Antonio de la Mata y Cos, quien no solo identificó físicamente a Gabrieles, sino que también lo reconoció por su peculiar “zapato metido de la suela”.

Ante la abrumadora evidencia y las declaraciones de los testigos, el vaquero no tuvo más remedio que confesar. Su destino quedó sellado: una larga estancia en la fría celda que le esperaba.

Este caso no solo reveló un singular delito, sino también la astucia de un vaquero que, al final, no pudo escapar de la justicia.

En colaboración con el Archivo Municipal de Saltillo.

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