Vivir en la memoria: cuando un sombrero salvó la vida de un español

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/ 7 abril 2025

‘Más vale sombrero entero que testa partida’: en 1742, en la Villa de Santiago del Saltillo, esta prenda evitó un ataque con cuchillo de un zapatero

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En la noble Villa de Santiago del Saltillo, el 12 de enero de 1742, Pedro José González, un español de estampa gallarda y gran afición por la fiesta brava, acudió a la lidia en el vecino pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

Tras disfrutar del espectáculo, su curiosidad lo llevó a un juego de azar ubicado junto al ruedo, donde fue testigo de una vileza: Apolo, un mulato de oficio zapatero, engañaba a dos niños incautos, valiéndose de trucos y artimañas para despojarlos de su dinero.

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—¡Muchachos! No se dejen enredar, que este bellaco es más tramposo que tahúr de mesón —previno Pedro, señalando la artimaña.

Apolo, lejos de intimidarse, torció el gesto y discrepó:

—¡No es engaño si ellos entran con su libre voluntad!

Y no conforme, el zapatero, picado en su orgullo, dejó caer su sarape, empuñó un cuchillo de hoja acerada y se lanzó contra el español con la bravura de un toro salvaje. Un resuello cortó el aire. Pedro sintió un golpe seco en la testa y un cosquilleo extraño. Al palparse, descubrió que su sombrero exhibía una abertura de “cuatro dedos de ancho”.

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La muchedumbre quedó estupefacta. Apolo, al caer en cuenta de lo que había hecho, balbuceó improperios y huyó como alma que lleva el diablo.

—¡A la justicia, don Pedro! —clamaron los testigos.

El español, más agraviado por la afrenta a su sombrero que por el atentado contra su vida, acudió ante el Alcalde, quien ordenó la captura del mulato. Sin embargo, este se desvaneció sin dejar huella. Así, durante un tiempo, en Saltillo se escuchó con frecuencia el dicho: “Más vale sombrero entero que testa partida”.

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