Nuestros Expertos: el uso correcto de la espuela

No existe un manual, pero sí se pueden desprogramar los movimientos que se tienen automatizados para no lastimar al equino y darle el mejor trato posible
Crecí con la idea de que un buen charro o vaquero, primero tiene que parecerlo. Y su imagen es inconcebible sin espuelas, son sinónimo de gallardía aunque muchos desconocen su verdadero uso. Hasta hace pocos años me incluía entre ellos.
Llegué a sentirme orgulloso de tener un talón enérgico que podía herir a cualquier caballo que se pusiera difícil, dejando sus costados rasgados de sangre y convencido de que podía poner en su lugar a cualquier osado animal.
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Es común ver discusiones en las redes entre “expertos”, si la hebilla del correón va abrochada por dentro o fuera del empeine y no en lo relevante realmente.
La espuela y su uso tradicional, es herencia española y con los años se adaptó a los usos y costumbres de nuestro país y luego a nuestro vecino del norte, por lo que en la actualidad podemos hacer una clasificación general en vaquera americana y la mexicana o charra, con la diferencia que la primera se pone sobre el talón de la bota y se abrocha por fuera y la segunda sobre el tacón del botín y se abrocha por dentro.
Aunque lo relevante es su uso, puedo comentar que un día viendo a uno de mis caballos lleno de rayas y hematomas me di cuenta que bajo ninguna circunstancia era justo ese trato y que lo único que estaba quedando de manifiesto era mi ignorancia por no saberme comunicar efectivamente con él.

A partir de entonces, decidí cambiar las rodajas de mis espuelas para quitarles el filo al que estaba acostumbrado y la opción fueron unas en forma de trébol de 4 hojas. El siguiente reto fue aprender lo referente a su uso correcto y es lo que quiero compartir.
EL USO CORRECTO DE LAS ESPUELAS
Primero tenemos que entender que no son un instrumento de tortura, sino de comunicación, por lo que también se les llaman ayudas.
El uso de la espuela requiere sutileza y no patadas, pues cuando esto sucede, el caballo se sale de sí y no entiende razones por estar asustado o enojado.
El filo y los picos no las hace más efectivas, sino más peligrosas.
No hay espuelas de entrenador, el que sabe utilizarlas no necesita unas especiales.

No tengo la certeza de que exista un manual donde diga cómo utilizarlas, para mí lo más importante fue controlar mis impulsos y desprogramar los movimientos que ya traía automatizados en mi mente para mover mis piernas.
Lo primero es estar consciente de lo que hacemos, donde ponemos la presión y qué intensidad tiene. Debemos de entender que al caballo siempre lo debemos de traer entre la piernas, es decir, traerlo en contacto con nuestras pantorrillas y de allí mandar las primeras señales al caballo, de manera que si no hay respuesta, baje hasta el talón.
Un gran error de la mayoría de las personas es montar con las piernas separadas, su pantorrilla nunca manda señales, solo su talón y de forma violenta, de manera que cuando le cierran la pierna el caballo se asusta y quiere correr.

Hay que enseñarlo a responder a una mínima señal y ese proceso se llama “sensibilización”, mientras que cuando el caballo no soporta el contacto de la espuela por su temperamento o por haber sido abusado, requiere un proceso de “desensibilización”.
El uso de la espuela debe de tener una adecuada coordinación con la rienda, es decir, una señal de esta debe de ir acompañada de una de la espuela para obtener un resultado específico. Si queremos mover el posterior del caballo requiere un posición de la pierna y una intensidad correcta, lo mismo para sus anteriores.
Lo más importante, que muchas veces no entendemos, es que tan pronto el caballo ejecute la instrucción deseada, hay que retirar inmediatamente la presión de la pierna.
Cuando esto no sucede, el caballo manifiesta su malestar con un movimiento de la cola, como si dijera no al moverla de un lado hacia otro y cuando esto se repite sistemáticamente, el caballo lo adopta como un hábito que le permite liberar la energía o su incomodidad.

Sinceramente se ve muy mal un caballo rabioso, demuestra la falta de comunicación entre caballo y jinete, lo peor es que una vez que el caballo encuentra esta salida, jamás se podrá quitar ese mal hábito, se los digo por experiencia.
En algunas disciplinas ecuestres, castigan este movimiento de la cola como una señal de desobediencia o protesta del caballo, pero muchos jinetes en vez de aprender a usar sus piernas deciden operar la cola del caballo dejándola inmóvil, provocando que el animal quede indefenso ante el ataque de moscas y otros insectos.
Con algunos de mis primeros caballos no tuve la comunicación de la que hablo en su momento y hoy es día que me sigo arrepintiendo de no haber tenido ese conocimiento necesario para haberlo hecho.
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En las nuevas generaciones estoy pendiente de no caer en el mismo error y siempre estoy atento de las respuestas del caballo, de las expresiones de su cola y de su cabeza.
No me pongo la espuela en un potro hasta que no cede a mi pantorrilla, se acabaron las patadas, los jalones rápidos y violentos de mis manos cuando un caballo no hace el movimiento que deseo.
Yo mismo cada vez me sorprendo de los nuevos resultados con los caballos, reflexiono sobre la falta de entendimiento que tenemos de estos animales y de su tremenda nobleza para con nosotros a pesar de nuestros abusos.