El señor de Mapimí: una peregrinación con 309 años de historia, ¡a bordo de carretas!

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Llenos de fervor, los penitentes le dan continuidad a esta tradición centenaria que continúa en el norte de México gracias a que se transmite de generación en generación

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/ 21 septiembre 2024

MAPIMÍ.- Cada año, entre el Cañón de Jimulco que pertenece a Torreón, Coahuila y el municipio de Cuencamé, Durango, decenas de personas arriban de carretas tiradas por caballos, yeguas, burros o mulas, realizan una peregrinación que este 2024 sumó 309 años de tradición.

Se trata de la peregrinación en devoción al Señor de Mapimí, un cristo lleno de historias, leyendas y milagros.

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La peregrinación al Señor de Mapimí es una tradición que ha pasado de generación en generación y representa una de las tradiciones religiosas más antiguas del norte del país, aseguró el cronista de Cuencamé, Anacleto Hernández.

$!En este año participaron más de 100 carretas.

Esta peregrinación comenzó en 1715 en el contexto de las luchas de resistencia de los indígenas hacia el proceso de evangelización durante la Colonia. En el jueves santo de ese año, se realizaba una procesión por las calles de lo que hoy es el municipio de Mapimí, Durango.

El cronista Hernández contó que en la procesión llevaban la imagen del cristo y los indios que se resistían al proceso de evangelización buscaron destruir la imagen. Sin embargo, quienes cargaban la imagen huyeron del sitio y llegaron a un lugar llamado Jimulquillo, en la Sierra y Cañón de Jimulco.

$!La gente acompaña fervorosamente el traslado del Señor de Mapimí.

El cronista apuntó que los registros históricos refieren que una india encontró la imagen. Para los pobladores de la zona representó una aparición divina y avisaron al alcalde del real de Cuencamé, hoy Cuencamé, un municipio que hoy tiene alrededor 35 mil habitantes. Lo que hoy es el municipio de Mapimí, había quedado destruido entonces por el ataque.

“Los fieles del Cañón de Jimulco, al darse cuenta del peligro que podría representar el traslado de la imagen por un nuevo ataque de los indígenas de la zona, comenzaron a congregarse y acompañar el traslado de la imagen. Así fue como se formó una gran peregrinación que se convirtió en tradición”, comentó Anacleto Hernández.

$!“Se trata de un compromiso y así lo ve la gente.” Anacleto Hernández

La imagen llegó a Cuencamé un 6 de agosto y desde entonces cada año los pobladores de Jimulco, particularmente de los poblados de Juan Eugenio, La Ventana y San José, conservan la tradición de irle a rendir devoción al Señor de Mapimí. Para ello cruzan la parte semidesértica y desértica de la antigua ruta, donde recorren en carretas el Cañón de San Diego.

UN CAMINO DE FE

Desde el 1 de agosto las familias salen de sus casas para honrar la fe al Señor de Mapimí. Arriba de las carretas cargan con variedad de comida como tamales, gorditas de horno, carne para discada y más. Llevan cobijas, bancos, discos, leña y pasto para los animales. Atrás dejan todo y muchos prefieren renunciar a sus trabajos si no les dan permisos.

“Se trata de un compromiso y así lo ve la gente”, dijo Anacleto Hernández.

$!La peregrinación del Señor de Mapimí es una de las más antiguas del norte del país.

La peregrinación al Señor de Mapimí se convierte en el pretexto para convivir en familia y acampar en el monte. Aunque la mayoría de las carretas salen ese día, hay otras que parten hasta el 2 o 3 de agosto.

Eso sí, la mañana del 4 de agosto todas llegan a la entrada de Cuencamé donde los habitantes los esperan para ofrecerles agua y comida a los peregrinos.

En esta edición fueron más de 100 carretas, es decir entre 600 y 700 peregrinos quienes llegaron a Cuencamé.

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Entre los que iban al frente estaba Pedro Centeno, a quien le nació la tradición hace 50 años.

“Fue la acción católica, somos creyentes, desde los padres que nos explicaban todo esto”, contó el septuagenario arriba de su carreta donde llevaba a su esposa que necesita de silla de ruedas.

Los peregrinos cruzan las calles del municipio, atraviesan los puestos de feria que se instalan por motivo de las fiestas y pasan junto a la iglesia de San Antonio de Padua, donde los curas de Cuencamé y Jimulco avientan agua bendita a los peregrinos, los animales y las carretas.

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