CDMX.- Saltillo tuvo la fortuna de ver una estrella naciente en el mundo del country; un banjista que llevó su pasión por la música a niveles inimaginables que hoy le permiten presumir por todo lo alto una cimentada carrera musical de casi 50 años.
Hoy hablamos de Ricardo Emilio Sosa Luna, mejor conocido como “El Rey del Country” y “El Vaquero Tractor”, quien ha enfrentado cientos de retos dentro y fuera del escenario pero que nunca se ha dado por vencido, demostrando que su amor por el Viejo Oeste realmente rompió todo esquema e incluso, el plano terrenal.
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Sosa Luna, a sus 64 años, recuerda cada uno de los detalles de su trayectoria. Cómo empezó a tocar el banjo cuando apenas tenía 14 años, cómo se formó su icónica banda Wild West con la que recorrió toda América Continental, su paso por la Rondalla de Saltillo y un sinfín de historias que rayan en la tristeza, felicidad, enojo, esperanza... una revolución de emociones.
Pero, si nos vamos por partes y nos regresamos a 1974, volamos a la época en la que todo inició. Aquella que “sin querer” terminaría por definir la dirección de los siguientes 46 años de vida de Ricardo.
Fue a los 14 cuando Sosa Luna aprendió a tocar la guitarra y el acordeón, gracias a que uno de sus amigos le enseñó. La noción la traía, sí, pero no sabía tocar.
De ahí, las melodías se convirtieron en el tema de conversación con el resto de sus compañeros -con los que tenían una batería y un órgano- pero, faltaba quién tocara el bajo para empezar una banda. Ricardo tomó las riendas confiado de sus capacidades.
Pero, ¿y el banjo?
En aquellos tiempos, salió una película llamada “Amarga Pesadilla” con Burt Reynolds, donde se presenta una icónica escena de un duelo de banjos. Ahí fue despertando la curiosidad. El Ricardo adolescente compró un disco, donde precisamente aparecía el instrumento... “¿qué es eso?” pensó para sí mismo y bueno, el resto es historia. Una de 49 años -50 este 2024-.
Su primer banjo fue “comunitario”. El papá de uno de sus amigos, viajó a un bazar en Michoacán y en su regreso, sorprendió a los jóvenes con un viejo banjo de 1885, ya que había escuchado en reiteradas ocasiones su deseo de comprar uno entre todos.
El flechazo del instrumento y Ricardo, está intacto. Al momento, él ya los conoce de pies a cabeza, pero evidentemente no siempre fue así.
LA FUSIÓN DE SUS MÁS GRANDES AMORES
Aunque Sosa Luna es originario de Ciudad de México, ha vivido al menos la mitad de su vida al norte del país. Y si algo era seguro, era que “ya no aguantaba” la CDMX. Por ello, no fue difícil decidir estudiar agronomía; presentó examen en la UAAAN, lo que se convertiría en su segundo gran amor.
Y qué mejor que tener en el mismo lugar y juntas, las dos cosas que más te apasionan: la música y la agronomía.
Sosa se convirtió en Buitre y no solo eso, sino que, también en una pieza importante en la historia del rodeo en la Narro. Empezaba a consolidarse el equipo representativo de la universidad y Ricardo tuvo la idea de formar un grupo musical.
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En aquel entonces, éste se llamaba “El Grupo Buitre”. Después, se unió un violinista de la Normal Superior y combinaron mitad buitres y mitad normalistas; de ahí nació Wild West, el amor de su vida.
Una vez que el equipo de rodeo estuvo listo, emprendieron la gira en conjunto con 10 campeonatos que terminaron en el ‘93. En esa Final se acercó a ellos la disquera regiomontana DISA, con quien grabarían “Mamá no dejes que tu hijo sea un vaquero”. El rodeo fue su más grande aliado.
“Es una historia que se dice fácil, pero ha sido de muchos años. Fuimos a Estados Unidos, a San Antonio, a Los Ángeles, a Arkansas. Nos tocaron en todas las estaciones de radio con ‘Mamá no dejes que tu hijo sea un vaquero’ (...) ese fue un ‘boom’, a los gringos (sic) les gustó mucho escucharla en español”, rememoró con emoción desbordante.
LOS OBSTÁCULOS NO LO FRENARON
Con vulnerabilidad y honestidad, Ricardo compartió que hay un lado difícil en la música que no cualquiera ve, y para él, es que la fama cuesta: “te cuesta familia, te cuesta muchas cosas, divorcios y frases como ‘si vuelves con la música, ya no te quiero’ es el lado oscuro que la gente no ve.
Si ya no quieren a su papá como Wild West, porque quieren a puro papá y no quieren saber de Wild West, pues ni modo, no puedo dejar de tocar, no puedo dejar de ser músico como no puedo dejar de ser ingeniero tampoco, ¿no? Claro. Mi profesión se volvió hobby y mi hobby se volvió profesión”, defiende.
A esta determinación, se suma su anécdota de la Rondalla de Saltillo, con quienes estuvo compartiendo escenario hasta que lo pusieron a elegir “¿Wild West o Rondalla de Saltillo?” y bueno, sabemos en qué terminó la historia.
NI ‘LA MUERTE’ LO DETUVO
Pero al hablar de obstáculos, de verdaderos obstáculos que terminaron por redefinir el rumbo de Sosa Luna, quien ya había considerado retirarse de la música, solo hay uno que mencionar.
“Tuve unos infartos y hasta me morí, estuve muerto y me regresaron de allá”.
Debido a su complexión física, relata, empezó a sentirse mal, revelando que “ya no podía ni estar parado cantando y ya me iba a retirar”. Armando Aguirre “Mandín”, encargado de la Arena 8 Segundos de Saltillo, lo invitó en octubre del año pasado a decir la oración de los vaqueros.
En diciembre, a los pocos meses de eso, le dio otro infarto. Siendo ese el momento en el que asegura que, literalmente, vio a San Pedro. Relata que estuvo alrededor de cuatro minutos sin respirar, recibiendo inyecciones y atención médica para “volver a la vida”.
Cuando volvió, sabía que tenía dos cosas que hacer: cuidar su salud y seguir tocando. Pero, esta vez, aprovecharía su voz para compartir el mensaje de luz y esperanza que asegura escuchó en “el paraíso” durante “los minutos que pasó allá”.
EL PROYECTO CONTINÚA
Su paso por la rondalla le trajo, años después, la oportunidad de grabar un disco con cantantes de la misma, que pertenecían a aquella generación con la que compartió escenario. 10 temas inéditos verán la luz pronto. Ricardo quiere, además, grabar videoclips de ellos para que todo el mundo siga escuchándolo.
Afirma tener alrededor de 100 canciones que también quiere grabar, siendo esto en lo que se está ocupando actualmente.
En su lista de deseos artísticos, se encuentra también comenzar a grabar canciones en inglés, español y portugués.
Pero sin duda, su objetivo principal es no dejar de esparcir el mensaje que defiende fuertemente y transmitirlo en especial a los niños y jóvenes, ese mensaje que asegura, las fuerzas celestiales le confiaron para cantar a través de su música y como lo diría Ricardo Sosa: “¡Ánimo, vaquero!”