MÚZQUIZ.- A 35 minutos de Múzquiz, Coahuila, se localizan las cuatro mil hectáreas que componen el hermoso rancho ganadero El Jaralito; uno muy conocido en la Región Carbonífera, México e incluso, en los Estados Unidos.
Al llegar ahí, después de un camino de alrededor de 33 kilómetros por la carretera rumbo a Boquillas, se encuentra el administrador Javier Espinoza Tijerina, un vaquero de 47 años que desde el 2006 no ha parado de trabajar y convertir al rancho en lo que se conoce al día de hoy.
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La pasión y gusto innato de Espinoza Tijerina por la ganadería, se ha desarrollado a lo largo de toda su vida, pues, como él bien lo reconoce, el vivir en Múzquiz es un ambiente completamente vaquero y ganadero que lo involucró en actividades de campo desde muy temprana edad, especialmente gracias a la labor de su abuelo y su familia, mismo que le abrió muchas puertas dentro de este enorme mundo que finalmente le brindó la oportunidad de fundar la empresa Cañón del Lobo de la cual actualmente es socio junto a empresarios del país vecino.
En El Jaralito, Javier se dedica a comprar y vender ganado, además de trabajar también en el repasto del mismo y en vaquillas de reemplazo, de razas como Angus, Negras, Rojas, Beefmaster y “una que otra” Charolais.
Cabe mencionar que la Ganadera Cañón del Lobo se compone de dos ranchos más que tienen el mismo objetivo: Santa Elena, en el municipio de Juárez y El Cañón del Lobo, en Múzquiz.
Javier y siete vaqueros más, son los que se encargan de llevar a cabo todas las actividades relacionadas con la operación, donde se incluye la exportación de novillos muzquenses a EUA; las hembras se quedan al interior del territorio mexicano en distintos puntos del país.
EL INICIO DE UNA HISTORIA DE ÉXITO
Si hay una “fama” que adjudicar a Múzquiz, es nada más y nada menos la de la gran calidad en su ganado. Y es justo esa parte la que ha hecho que inversionistas y empresarios de distintos puntos del país y de Estados Unidos, se interesen en hacer negocios en dicha región. Y en el caso de Javier, esto sucedió hace 18 años.
Empresarios estadounidenses llegaron a las tierras de Coahuila, y Tijerina fue el primero en tener contacto con ellos. Lo que había aprendido con su abuelo, además de su gusto y pasión por el rancho, los caballos y la vida vaquera, lo llevaron a tomar la oportunidad que se le estaba plantando en frente.
A partir de ahí, se formó una importante y positiva relación, que derivó en la creación de la Ganadera Cañón de Lobo, misma que adquirió al Jaralito. Desde aquel entonces no se han detenido.
El proceso es “simple”: las hembras que van desarrollando se venden en México mientras que los novillos se exportan a EEUU, donde Cañón de Lobo le da seguimiento a las engordas en aquel lado del mundo, trabajando en conjunto con el mexicano. Son alrededor de mil 200- mil 500 novillos de exportación al año.
En cuanto a las hembras de repasto, se manejan alrededor de 600 a mil cabezas de ganado anuales entre compra-venta. Eso sí, siempre hay animales de repasto en el rancho para crecerlos y venderlos.
Y si bien, El Jaralito, Santa Elena y Cañón del Lobo, no pueden aumentar cifras debido a que tienen capacidad para ciertas cabezas de ganado, no se van a quedar de brazos cruzados. Cada día que pasa, Javier lo toma como una manera de crecer y, una de las metas más importantes que tiene en mente, es la de mejorar la genética de su ganado.
Es importante destacar que la genética ya es, de hecho, uno de los fuertes más importantes de este rancho. Pero “siempre se puede seguir mejorando”, admitió.
Todo el ganado que adquieren es originario de Múzquiz, situación que además, lo convierte en una pieza fundamental para la economía del municipio. Al mismo tiempo, Javier proporciona empleos y se involucra cercanamente con las necesidades de los ganaderos.
Lo que lo llevó a su siguiente objetivo: generar una subasta donde cada proveedor pueda subastar su propio ganado, siendo la diferencia genética de cada productor, el foco principal.
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El factor determinante para que El Jaralito se convirtiera en lo que es hoy, es el amor por la ganadería que posee Javier. Toda su vida gira en torno al rancho y al campo, y él no podría estar más feliz de que así sea. Su trabajo es también su más grande pasión.
”Lo que más me mueve, estar ahí, andar en los corrales, andar con la gente que tiene los mismos gustos que yo. Es un ámbito muy bonito, muy sano y muy fuerte. Estar en el campo, convivir con mis amigos, con los empleados... Con los vaqueros”.