Si bien, la historia, los obstáculos superados y la permanencia, son factores que podrían convertir a un rancho en un “emblema”, San Antonio no solo cuenta con ello, sino que, los supera con creces. Especialmente si le sumamos el espectacular ecosistema que existe en las 4 mil 500 hectáreas distribuidas entre la Sierra de la Rata ubicada al norte de Monclova, Coahuila.
Subsistir y mantenerse en pie a través del tiempo no es una tarea fácil, menos cuando se trata de un rancho que se despliega de la ex Hacienda Las Adjuntas, un lugar con más de 300 años de historia.
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No es posible hablar del Rancho San Antonio sin aventarse un clavado en la historia de la Hacienda Las Adjuntas, la única que data de aquella época (1677) que aún está en pie.
Es casi imposible terminar de enumerar los datos históricos de los que fue escenario: fue hospedaje de Venustiano Carranza cuando era presidente y del Ejército Federal que llegaba ahí cuando estaba en persecución de los constitucionalistas; era “pasada” natural sobre el camino hacia la frontera; llegaron a residir hasta 200 personas; y por si se pensaba que no podía haber algo que le diera a la hacienda un “halo” de misterio, también hay decenas de leyendas a su alrededor.
Actualmente la ex hacienda sigue funcionando, pero está conformada por diferentes familias, de donde se despliega el Rancho San Antonio.
EL COMIENZO DE SAN ANTONIO
En entrevista con Antonio Neira Villajuana, actual administrador del Rancho San Antonio, todas las dudas fueron aclaradas. De entrada, explicó que el nombre original de la Hacienda Las Adjuntas, era en realidad “San Antonio de las Adjuntas”.
Ganadero de cuatro generaciones y beefmastero desde hace 20 años, Neira Villajuana recuerda que su bisabuelo, Bruno Neira González, general de la Revolución y pariente de Don Venustiano Carranza, aunque formó parte de las tropas constitucionalistas, fue general de división y gobernador del estado en tres ocasiones, siempre estuvo enamorado de la ganadería.
Él, junto a Manuel Pérez Treviño, adquirió la Hacienda Las Adjuntas. Con el tiempo, Pérez Treviño regresaría a su lugar de origen en Guerrero, Coahuila y la propiedad sería de Neira.
Más tarde, por cuestiones propias de la naturaleza humana, las familias crecieron y el rancho se dividió en cuatro (el número de hijos Neira Flores): Juanita, Bruno, Narciso y Antonio, siendo este último el abuelo de Neira Villajuana, quien se hizo del terreno localizado a 10 kilómetros de la entrada de la hacienda, bautizado como “San Antonio”. De esto ya pasaron 100 años.
“Mi participación en la administración fue una decisión forzosa de poder entrar porque papá ya no pudo”, lo anterior, debido a que en el 2013 Antonio Neira García sufrió un pequeño infarto que le impidió continuar yendo al rancho.
UNA VIDA DE PASIÓN POR EL CAMPO Y LA GANADERÍA
El administrador del rancho San Antonio, nacido en la Ciudad de México, no solo se dedica a la ganadería. También tiene un despacho de asesoría en apoyo financiero y administrativo.
Su padre, originario de San Buenaventura, Coahuila, por azares del destino y de trabajo, se llevó a toda su familia a la capital, donde forjaron raíces.
Neira Villajuana lo sabía. Se iba a dedicar al rancho; no tenía la más mínima duda. En su etapa de adolescencia ya estaba seguro: iba a ser ingeniero agrónomo para dedicarse al rancho y a las vacas.
“La respuesta de mi padre fue ‘cuando tengas tu propio rancho y cuando tengas vacas, te dedicas a estudiar ingeniero agrónomo, porque ahorita no tienes nada”.
Y aunque esa postura lo orilló a estudiar otra carrera (Licenciado en Comercio Internacional, graduado desde hace 30 años) asegura que, en la actualidad y después de hacer una evaluación de lo que ha logrado en tanto tiempo, le da gracias a su padre porque le dio “la oportunidad de tener otra visión (...) porque a final de cuentas tengo 15 años administrando lo que realmente me gusta y lo que realmente quise hacer, fuera como fuera iba a tener el contacto seguro”.
En 2010, por primera vez, su papá le regaló cuatro becerras; año con año estuvo reconociendo su esfuerzo y trabajo, dándole dos becerros por año hasta su fallecimiento en 2023.
100 AÑOS DE ÉXITO GANADERO
Al día de hoy y desde hace 100 años, San Antonio se ha dedicado a la ganadería. Sin embargo, alrededor de los 80s se enfocó en la raza Beefmaster, un ganado que en Coahuila, también tiene mucha historia.
La ganadería de San Antonio se dedica a la exportación de becerros a EU y, últimamente, al ganado de registro para poder producir sementales en toda la región y parte de México.
Cabe mencionar que también se dedican a la actividad cinegética, rentando espacios para la cacería de venado cola blanca y de borrego berberisco.
De manera directa hay un vaquero trabajando en el rancho desde hace 30 años, Idilio de La Cruz (Lilo, a quien considera su mano derecha) 15 con él y 15 con su padre. De manera indirecta hay cuatro más que se suman a los esfuerzos en el trabajo de corral, cambio de pastas, bañar o inyectar.
RANCHO SUSTENTABLE; GANADERÍA REGENERATIVA
En palabras de Neira, la ganadería ha sido “muy golpeada y los precios han sido muy variables”: “Muchos ranchos trabajamos en números rojos y estamos trabajando para poder mantener un legado generacional”.
En ese sentido, uno de los obstáculos más grandes que están enfrentando son las circunstancias del clima; del cambio climático y factores externos que los llevan a tomar decisiones drásticas pero que le dieron pie al nacimiento de la ganadería regenerativa: regresarle a la Tierra lo mucho que le han quitado.
La decisión de mantener un cierto número de cabezas de ganado proviene de hacer rotaciones de pastas simulando el efecto manada.
A estos esfuerzos se suma lo que llaman “ganadería regenerativa mecánica”. El rancho está muy comprometido en generar las circunstancias para capturar más carbono y se incremente la fotosíntesis y “que de alguna forma tengamos un indicador que nos ayude a mejorar, aportando algo, para inclusive, contrarrestar el cambio climático”.
Saben que lo están haciendo bien y eso se ve traducido en un ecosistema con mucha variedad de insectos que no había; aves que migran y que llegan como el ganso o pato canadiense; animales como el puma, venados, borregos, entre otros. Siendo esto una señal del ecosistema equilibrado.
Entre sus deseos a futuro, Neira quiere crear la cultura de promocionar la carne de agostadero: “la carne natural es la del monte, la grasa amarilla, dura de comer y más sabrosa porque es más grasosa y tiene más nutrientes”, explica.
LA SUCESIÓN: UN TEMA DEL QUE SE TIENE QUE HABLAR
“Siendo Coahuila un estado eminentemente ganadero, el 90% de los ranchos se pierden por no tener planeada la sucesión; situación que obliga a las familias a poner sobre la mesa el tema y poder tomar decisiones para definir el futuro de la ganadería”, declaró el administrador de San Antonio. Son temas difíciles de tratar y que a veces se pasan por alto, pero son fundamentales.
En sus palabras, la cultura de la sucesión hace falta para que los ranchos no se dividan, porque al dividirse se hacen menos productivos y menos capaces; incluso hasta se quedan abandonados y desaparecen.
‘Si un rancho no se mueve, se muere’ como siempre lo he dicho. Tienes que estar ahí presente, cada vez te tienes que hacer más eficiente por lo mismo. No necesariamente por tener más vacas eres más productivo. Tienes que encontrar un punto de equilibrio y encontrar cuál es tu actividad más eficiente”, concluye.
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