Las Escaramuzas Charras, una herencia que trasciende por generaciones

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/ 18 mayo 2024

La participación de las mujeres en la Charrería, se representa como una de las figuras más importantes del gremio que está llena de colores, pasión, entrega y, por supuesto, talento

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En el mes de celebración del Día de las Madres, destacar la increíble, fundamental e importante labor de las Escaramuzas Charras que han trascendido en la tradición generación tras generación, es un completo honor, más cuando se trata de un deporte históricamente atribuido a hombres y a costumbres del campo y el rancho.

Saltillo, como una ciudad vaquera, cuenta con innumerables representantes del gremio que llevan el nombre de la localidad y del Estado de Coahuila a instancias nacionales y por supuesto, por todo el mundo. Tal es el caso de Yolanda Martínez, la actual capitana de la Escaramuza Internacional de Saltillo; su hija Lorena Ramos Martínez, y su nieta Ana Sofía.

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Ellas tres son un ejemplo claro de lo que significa la charrería dentro de una familia, los valores, las costumbres y la tradición que se rescata en un entorno deportivo.

$!Yolanda Martínez, escaramuza charra.

Para Yolanda, “la charrería se manifiesta en nuestra cultura con su alegría como valor inherente del mexicano” y es que, al ser el Deporte Nacional por Excelencia, que además es reconocido por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad, hacer historia dentro de él es un logro y éxito por sí mismo.

Yolanda, la matriarca se vio envuelta en el mundo charro cuando radicaba en Ciudad de México a la edad de 7 años, pero a su llegada a Coahuila, todo terminó por “explotar”. Desde el primer momento que se subió a un caballo, supo que quería hacerlo por todo el tiempo que la vida le permitiera, tan así, que actualmente es campeona con su equipo Alma Charra, siendo esta la segunda ocasión en la que levanta el cetro de esta magnitud.

$!Lorena, escaramuza charra retirada.

En tanto, su hija Lorena, casada con el también charro Celso Treviño es mamá de Ana Sofía de 6 años de edad y Ana María de 4; se envolvió en el ambiente prácticamente desde que nació. Su papá Carlos Ramos Ortega y su mamá, charros de toda la vida, la introdujeron a la charrería a la misma edad en que su madre inició (siete años) en la categoría infantil, cimentando una carrera de escaramuza de más de 20 años, ya que, si bien, actualmente no compite (salió de su último equipo en 2022), continúa dedicándose a la charrería ahora con los ojos puestos en su hija mayor. Tal y como su mamá lo hizo en su momento con ella, dando vida y pie a una pasión a través de la sangre que corre por sus venas.

Entre los equipos a los que Lorena perteneció, se encuentra la Internacional de Saltillo, Santo Cristo y Huajuco Blanco. Combinar la vida de mamá y las competencias fue un gran reto que posteriormente se convirtió en la razón para salirse del ruedo y colocarse “tras bambalinas” para darle la posibilidad a su hija de seguir la misma línea que ella y su abuela.

$!Tres generaciones de escaramuzas: abuela, madre y nieta.

Y es que, no es nada fácil. Como espectadores y aficionados de la charrería, solemos ver las increíbles obras de arte que realizan las ocho jinetes sobre el lienzo, con evoluciones impecables llenas de peligro y disfrutamos a lo grande cada una de ellas; así como del punteadero. Sin embargo, el trabajo comienza desde mucho antes y es mucho más del que se pone en práctica, por lo que destacar la pulcritud de cada presentación es para aplaudir de pie.

“Las escaramuzas se ven involucradas en una tarea doble porque una cosa es fomentar la charrería y practicarla y otra es apoyar como mamá a tus hijas; la escena de vestir a todo mundo en la casa, tener las cosas listas, los vestidos para las tres; requiere mucha disciplina y mucha pasión”, explicó Yolanda.

Cabe mencionar que, durante todo el tiempo que dura la charreada, cada miembro de la familia colabora con su propio granito de arena, con el objetivo de hacer las cosas de la mejor manera posible y que todos salgan, no sólo triunfantes del ruedo, sino, bien librados del deporte en el que ponen en riesgo su vida cada vez que pisan un lienzo.

$!Las Escaramuzas Charras, una herencia que trasciende por generaciones

Unir fuerzas, corazones, alma, disciplina y pasión, es lo que les permite a Yolanda y Lorena generar grandes recuerdos juntas de la mano de Ana Sofía, quien, con tan sólo seis añitos ya se está preparando en su formación -aunque no tan rígida y más a modo de juego- para poder ingresar a la categoría Dientes de Leche y de ahí en adelante, no parar hasta ser como su mamá y su abuela.

“A mi me gustaría invitar a todos los niños y niñas de mi salón a que practiquen la charrería, me gustaría enseñarles lo que es y cómo es”, concluyó Ana Sofía.

Los aprendizajes que tanto Yolanda como Lorena y Ana Sofía han compartido entre sí, pero que trascienden hacia la comunidad, son la muestra clara de que la Charrería está más viva que nunca y que las Escaramuzas están aquí para gritarlo a todas luces.

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