Hablar de la Charrería, además de referirse al Deporte Nacional por Excelencia en México, es entablar conversaciones sobre las tradiciones y costumbres que giran en torno a él, mismas que al día de hoy siguen más vivas que nunca gracias a sus “pequeños embajadores”: las y los niños charros.
Pasando de generación en generación la pasión y el amor por la disciplina ecuestre, este mes lo protagonizan los más chicos en marco de celebración del Día del Niño y de la Niña.
RODEO CAPITAL trae para ti las historias de seis charros y escaramuzas que, a pesar de su corta edad, están seguros del camino que quieren labrar en la charrería.
MARIÁNGELA VALDÉS SÁNCHEZ
Edad: 11 años
Equipo: Corazón Charro
Papás: Braulio Valdés y Claudia Sánchez
Mariángela tiene un año como integrante del equipo de escaramuzas Corazón Charro, y decidió unirse a este por su amor a los caballos.
Durante este tiempo, la pequeña que cursa el sexto año de primaria, reconoció que ha obtenido grandes beneficios al practicar este deporte, tales como aliviar el estrés, aprender a compartir y trabajar en equipo. Claro, esto sin contar sus reconocimientos.
“Ya estuve en un Nacional en Aguascalientes en el 2023 y ya vamos por otro. Gané sexto lugar a nivel nacional haciendo la rutina con todas mis compañeras, fue muy emocionante”, explicó.
Dijo que su momento favorito es la entrada y la salida al ruedo. y considera importante preparase bien para sus rutinas, asistir a sus entrenamientos para lograr mejorar cada día, pues desea continuar aprendiendo y ser legado para otra generación.
“Me gustaría seguir y aprender hasta que esté viejita y enseñarle a mis nietos”, concluyó.
MARTHA SOFÍA REYES GUTIÉRREZ
Edad: 12 años
Equipo: Corazón Charro
Papás: Juan Gerardo Reyes y Martha Alicia Reyna
Desde los 6 años, Martha amó los caballos y el rancho de su abuelito Oliverio Gutiérrez del Bosque, donde montaba una yegua que más tarde le inspiró a entrar a la escaramuza.
“Entré a un curso de verano y ahí lo decidí porque me encanta la charreada. Me gusta mucho trabajar en equipo y trato de quitarme el nervio pensando siempre en positivo, entrenar y prepararme mucho”, indicó.
En las rutinas explicó que lo más difícil es controlar al caballo para que cruce a tiempo y así no choque con sus compañeras.
“En nuestro vestuario siempre llevamos una medallita que es un símbolo de protección para que todo salga bien en el lienzo, también llevo esta cruz que nos regaló una amiga, es la Virgencita de Guadalupe que también nos protege en las charreadas o en algún evento que tengamos”, dijo.
Por último, contó que vivir esta experiencia como escaramuza le trae grandes beneficios y alegrías.
“Ser escaramuza me ha ayudado a desarrollar la fuerza de los brazos, las piernas, a no traer tantas cosas en mente, a olvidarme y no estresarme”.
RODRIGO ALEJANDRO GARCÍA CÁRDENAS
Edad: 9 años
Equipo: El Rayito
Papás: Rodrigo Emigdio García y Jazmín Cárdenas.
Un niño lleno de valentía y entusiasmo es Rodrigo Alejandro, quien cursa tercero de primaria y desde los 6 años entrena en el equipo El Rayito.
“Nada me parece difícil, no me da miedo. Me gusta venir porque veo a todos mis compañeros en la charrería, es divertido”, dijo.
Para él es importante antes de una presentación o competencia prepararse un día antes y entrenar, además que es imprescindible el apoyo de su familia.
“Mi momento favorito es cuando hago la cala y las manganas, pero también me gusta ver que toda mi familia me apoya, mis papás siempre me han ayudado”.
García Cárdenas ha participado en varios eventos charros y destacó en el Nacionalito Charro de San Luis Potosí donde obtuvo el segundo lugar en Jineteo de Yegua.
“Gané dos hebillas y dos reconocimientos en San Luis. Quiero seguir entrenando y llegar hasta donde se pueda”, aseguró.
JOSUÉ CARRANZA VALDÉS
Edad: 10 años
Equipo: El Rayito
Papás: Ana Linda Valdés Martínez y José Carranza
La herencia familiar corre por las venas de Josué Carranza, quien desde los 6 años participa en el equipo de El Rayito.
“En mi familia todos han sido charros, sobre todo mi mamá quien fue escaramuza. Lo que más me gusta de ser charro es la cala porque puedes disfrutar mucho el montar.
“La cala es cuando va corriendo el caballo y paras el caballo y tiene que dejar una línea recta con sus patas”, explicó.
Dijo que lo que más le parece difícil para él son las manganas a pie y que le gustaría llegar a ser algún día como José Andrés Aceves, mejor conocido como El Chiringas, quien es Multicampeón de Charro Completo.
Para llegar a ello, Josué sigue entrenando y obteniendo grandes resultados.
JOSÉ EDUARDO VALDÉS SÁNCHEZ
Edad: 9 años
Equipo: El Rayito
Papás: Claudia Lucía Sánchez y Braulio de Jesús Valdés
Ver videos en YouTube fue lo que motivó a José Eduardo a ser un charro, aunque también influenció el que su papá, Braulio Valdés, fuera vaquero; actualmente le gusta realizar suertes como las manganas.
“Me gustan las manganas, que es cuando va pasando una yegua en círculo y debe de entrar por el centro de la soga para amarrarle las patas”, explicó.
Dijo que, definitivamente, la mejor forma de prepararse es entrenando, ya que él asiste a practicar en el equipo de El Rayito desde hace año y medio.
Desde entonces ha participado en competencias estatales donde obtuvo un segundo lugar y nacionales en San Luis y Aguascalientes.
En su atuendo de charro, José Eduardo detalló que además de sus espuelas, moño, sombrero y chaparreras, lleva consigo un rosario en el bolsillo de su camisa como protección.
JULIÁN ROSALES VALDÉS: ESTIMULACIÓN TEMPRANA
Edad: 1 año, 2 meses.
Papás: Ana Linda Valdés Martínez y José Carranza
Descubriendo la pasión por la charrería desde la cuna se encuentra Julián Rosales Valdés, un bebé de tan solo 1 año, 2 meses, que recibe estimulación temprana en el lienzo.
Su mamá, Ana Linda Valdés Martínez, instructora en el centro ecuestre El Rayito, explicó los beneficios de esta actividad.
“La estimulación les ayuda a la marcha, al gateo, sensorialmente y para aprovechar todos los beneficios que nos da el caballo”, indicó.
Dijo que durante la práctica los bebés se les acomoda en varias posiciones para su beneficio:
“Al bebé se le coloca arriba, va en el lomo del caballo en diferentes posiciones ya sea acostado, boca abajo, boca arriba, lo ponemos lateralmente para que tenga el contacto directo con sus manos, con sus pies y que perciba el calor del caballo el cual es terapéutico”.
Añadió que a los infantes se les estimula desde los 6 meses hasta los 4 años, después inician con la monta básica, hasta prepararse para la charrería, ya sea a las escaramuzas o los charros.
“Tengo la profesión de fisioterapia y he tomado cursos de equino terapia y de estimulación. Siempre he estado en el mundo de los caballos, así que mis dos hijos siguen la tradición”, finalizó.