100 aniversario de Múzquiz: talabartería Flores, el arte que trasciende generaciones

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Arturo y Alejandro, son dos hermanos talabarteros que han contribuido a que el trabajo muzquense sea reconocido en diferentes estados de México, Estados Unidos y Europa

Historias
/ 6 marzo 2025

Cuando pensamos en Múzquiz usualmente lo primero que llega a nuestra mente, son los deliciosos manjares que lo caracterizan: el chorizo, los quesos, dulces de leche y la carne seca. Sin embargo, si dejamos los antojos de lado, sabremos que en este municipio colmado de historia y talento, también destaca el arte de realizar artículos de cuero, es decir, la talabartería.

Es justo en el corazón de la ciudad, donde se ubica uno de los talleres más reconocidos, no sólo en la localidad, sino, en la región y gran parte del país: la Talabartería Flores. Además de la calidad de sus productos, lo que la respalda es una vasta trayectoria de 50 años.

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Si bien, el negocio familiar comenzó a cargo del talabartero Trinidad Flores Rivera, el sucesor fue su hijo Ramiro Flores, quien eventualmente compartió la tradición familiar con sus hijos Alejandro y Arturo.

Al día de hoy, son los hermanos los encargados de continuar con el legado generacional en el que fabrican todo tipo de herramientas de trabajo para vaqueros. “Todo lo que tenga que ver con la ganadería, aquí lo hacemos”, afirman.

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RODEO CAPITAL tuvo la oportunidad de visitar el taller y platicar con ambos, para conocer un poco más a fondo el impacto de su labor, así como el proceso y la forma.

UN TALLER CON HISTORIA Y TRADICIÓN FAMILIAR

Al llegar al lugar ubicado sobre la calle Hidalgo de la Zona Centro muzquense, nos encontramos con dos hombres muy concentrados en su trabajo.

Alejandro, por su parte, estaba cuadrando un gran pedazo de cuero para usarlo en un pedido de monturas que iban a mandar a Piedras Negras.

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En tanto, Arturo terminaba de cortar decenas de fundas para pistolas, navajas y celulares, que pertenecían a un pedido de 300 piezas que sería enviado a Estados Unidos.

“Anoche estuvimos hasta las 12:30 de la noche para poder sacar el pedido. Debe salir en una semana y sí tenemos que estar bien enfocados”, nos explicó Alejandro, quien aseguró que todos los días trabajan entre 10 y 15 horas.

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Las monturas de los Flores son su producto estrella; el más reconocido. Fotografías de clientes satisfechos recibiendo sus sillas, colgaban de las paredes del local, respaldando el trabajo de los hermanos.

El tiempo que les toma realizar una montura sencilla, de inicio a fin, es de alrededor de dos días. No obstante, éste depende de la complejidad del dibujo que les piden, por lo que cuando se trata de una montura más elaborada, les toma de tres a cuatro días.

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A ello se suma el tratamiento que deben darle al cuero para trabajarlo sin que pierda su calidad y de la mejor manera posible. El primer paso es humedecerlo para manejarlo sin problema, una vez seco, pueden continuar con cortes y dibujos.

El arte de la talabartería se encuentra en que es artesanal. Cada detalle, cada corte, cada molde, es hecho a mano. Y es por ello que los grandes pedidos representan un reto para ambos, pero ninguno que no puedan lograr.

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Uno de los desafíos que recuerdan con mucho orgullo, fue su trabajo de la mano con el municipio de Ocampo, mismo que, en conjunto con el gobierno del estado, brindó un apoyo a los ejidatarios interesados en adquirir una silla de montar. Levantaron un listado de interesados y les pagaron el 50% del costo.

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“Entonces, el dueño de la silla de montar pagaba solamente la mitad y se hacía de su equipo de trabajo. Se apuntaban, por ejemplo, 250-300 ejidatarios, y ellos elegían dónde y pues nos hablaban a nosotros. Ellos mismos decían, ‘me hacen el pedido con Flores’ y luego venían a recogerlas”, platicó Alejandro.

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Afortunadamente, la falta de trabajo no ha sido un problema para ellos “no paramos, gracias a Dios”.

Estar en una región donde la ganadería pesa, les permite continuar plasmando el arte y el talento heredados de su padre y su abuelo, siempre con la bandera de responsabilidad, dedicación y esfuerzo, para que sus clientes se vayan contentos con su trabajo.

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